Fernando González Viñas

Nacido en signo de capricornio, uno de los signos de cuernos, es lógico que desde siempre se sintiera atraído por el negro bicho. Dicen los entendidos en astrología que los capricornios son gente seria y grave en su pensamiento. Gente racional que se aleja de las emociones y de la espiritualidad. Los toros no son para tomárselos a cachondeo, a menos que vayamos expresamente a ver el bombero torero y sus enanitos, continuadores en lo taurino de la rica herencia española del humor negro. González Viñas nos ofrece en estas composiciones toda la pesadumbre y gravedad de la milenaria relación entre los humanos y toros. Se va al origen. Y el origen es pensado. Antes de la acción, del juego con toros, está el pensamiento. Del pensar los toros nace la mitología, a la que González Viñas se agarra con firmeza: no existe el juego, no hay sentimientos, todo es puro; y la pureza primigenia se llama Uro. El origen permanece, el valor supremo de las cosas sólo puede ser transformado: del uro al oro, del oro al euro.